Hoy me ha dado por hacer una limpieza de todas las fotos que tenía en mi ordenador. He llegado a la conclusión de que por mi vida han pasado montones de personas. En fila. Una detrás de otra. Algunas se han quedado para irse en cuestión de días y otras, sin embargo, aún no han salido.
Tú eres la excepción, la novedad. Entraste así, rápido, sin avisar y te fuiste, pero no en cuestión de días, sino algo más. Ya no estás.
Recuerdo la primera vez que hablé contigo. Nos encontramos, casualemente, en medio de la calle. Por circunstancias que se daban en aquellos tiempos, nos vimos obligadas a saludarnos y mantener una conversación de apenas cinco minutos. En ese momento, podía imaginar cualquier cosa acerca de tí. De todo, menos que en apenas un año, te habrías convertido en mi mejor amiga, en mi hermana.
Vivimos montones de momentos que nunca cambiaría por nada, mejores y peores, pero al final, nuestros eran, tuyos y míos, de nadie más.
Era difícil pensar en cualquiera de esos momentos que iba a perder totalmente el contacto contigo. Diversas cosas se entrepusieron entre tu y yo. No voy a meterme en todo aquello que nos pasó, que no fue poco, pero lo suficiente como hacerme cambiar por completo la imagen que hasta entonces había tenido de ti. Ha pasado mucho tiempo, mucho. Han pasado muchas cosas. Hace tiempo que no te veo. Hace tiempo que no sé nada de tí y sinceramente, tampoco me urge tener toda esta información. Tengo el suficiente numero de oídas como para que pudieses estar de todo menos orgullosa de que se digan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario